Embarazo en GMM: ¿accidente o enfermedad?
En una publicación anterior referente a la utilidad de contar con un Seguro de Gastos Médicos Mayores (SGMM), mencioné que una póliza cubre 2 rubros: accidentes y enfermedades.
En una publicación anterior referente a la utilidad de contar con un Seguro de Gastos Médicos Mayores (SGMM), mencioné que una póliza cubre 2 rubros: accidentes y enfermedades.
El Seguro de Gastos Médicos Mayores (SGMM) es uno de los pilares más importantes de tu estructura financiera. El objetivo principal del SGMM es garantizar tu estabilidad económica -y la de tu patrimonio- ante algún evento imprevisto (accidente o enfermedad) que pueda poner en riesgo tu salud o tu vida.
Yo no soy médico, pero cuando veo algunas estadísticas de cuánto cuesta la atención médica para algunas enfermedades, me queda muuuuuy claro que al día de hoy me sería imposible cubrir esas cantidades de dinero de mi bolsillo. ¿De dónde voy a sacar más de 1.5 millones de pesos para atenderme por una neumonía o un padecimiento en la vesícula biliar? ¿Cómo le voy a hacer para pagar 2 millones de pesos en caso de que mi intestino se vuelva perezoso y se obstruya? Y bueno, estas cantidades están leves, porque he visto otras relacionadas con padecimientos como cáncer, hernias de disco, hemorragias internas o malformaciones de nacimiento que alcanzan casi ¡¡¡10 millones de pesos!!! Ahora bien, hay muchos otros padecimientos que requieren cantidades de dinero inferiores, pero de igual manera, no es tan sencillo desembolsar 30 mil o 70 mil pesos y evidentemente, la idea no es salir a rematar los bienes propios o de la familia para hacerle frente a los gastos.
Pues bien, exactamente para eso sirven los SGMM, para que las compañías aseguradoras nos apoyen -a cambio del pago de la prima de la póliza- con los costos que haya que cubrir.
Como mencionaba anteriormente, se amparan 2 cosas principalmente: accidentes y enfermedades (OJO, el embarazo no es ninguna de las dos). Cabe notar que los accidentes son los más frecuentes, es por ello que resulta sumamente valioso contar con la cobertura de eliminación de deducible en caso de accidente. A través de este beneficio, el asegurado tiene el derecho de solicitar a la compañía aseguradora el reembolso de los gastos erogados para su atención médica sin necesidad de cubrir el deducible.
Finalmente, quiero resaltar que el alcance de las coberturas depende del tipo de seguro (individual o colectivo) y de las condiciones generales de cada compañía aseguradora.
Los imprevistos pueden ser originados por distintas causas, mismas que no siempre podemos controlar, sin embargo, lo que sí está a nuestro alcance es tomar algunas acciones preventivas para aminorar el impacto que generen en nuestra vida.
Un ejemplo claro de prevención es el afamado fondo de emergencia, que, pese a ser tan conocido es muy poco implementado. El objetivo principal de este fondo es sacarte de un apuro monetario y conservar la estabilidad económica de tus finanzas del día a día.
¿Conoces a alguien cercano que no haya podido llegar al final del mes porque tuvo un «imprevisto»? ¿Alguien te ha pedido una ayudadita económica para resolver un problema financiero?
Los imprevistos no distinguen entre raza, preferencia sexual, edad y mucho menos distinguen quién sí cuenta con una reserva económica y quién no.
A continuación, voy a nombrar algunos ejemplos cotidianos:
Cada uno de estos casos desgasta inevitablemente tu bolsillo y, dependiendo del caso, te puede meter en un pequeño o en un gran aprieto. Considera el fondo de emergencia como una excelente opción para salir adelante.
Seguramente tú tienes otros ejemplos que compartir. Compártelos en este espacio para enriquecer el tema.
Nota importante: Algunos de los eventos de arriba pueden ser cubiertos por distintos tipos de seguros. Considera el fondo de emergencia como un complemento.
He escuchado esta pregunta en repetidas ocasiones. La mayor parte de las personas adquirimos las cosas cuando las necesitamos, o dicho de otra manera, primero tenemos la necesidad y luego buscamos el satisfactor, por ejemplo: primero me da sueño y luego busco dormir; primero me da sed, después bebo un vaso con agua; primero siento frío y posteriormente me abrigo; requiero comunicarme y luego busco un teléfono, por mencionar algunos. Los seguros son una gran excepción a esta regla. El momento más propicio para adquirir un seguro es precisamente ¡CUANDO NO LO NECESITAS! Para algunos, esto puede sonar extraño. ¿Para qué tener algo que NO necesito (y que además «me cuesta«? En el mundo de los seguros, hay que tenerlos ANTES de necesitarlos. Si se presenta la necesidad y no hay protección, ¡YA ES TARDE!
En este momento, me llega a la mente el recuerdo de un buen amigo que no contaba con Seguro de Gastos Médicos Mayores. Él decía: «… para qué si yo nunca me enfermo…». Claro que no contaba con que la enfermita iba a ser su hija. Afortunadamente, la enfermedad no fue tan grave, la nena tuvo la atención médica necesaria y, todo quedó en un susto enorme, varios miles en el hospital y sí, un gran aprendizaje. En este caso aplicó el dicho:
«Ahogado el niño, a tapar el pozo»
Posiblemente, en tu historia de vida, conoces a alguien que se dio cuenta de la importancia de un seguro cuando ya era demasiado tarde. Ojalá que no hayas sido tú mismo, pero si es así, confío en que, como mi amigo del caso de arriba, ¡aprendiste!
Para muchas personas, esta pregunta podría representar un ¡¡¡TREMENDO DILEMA!!! Y seguramente la mayoría se inclinarían por el «me lo gasto, obveeeeoooo«. A mí me cuesta trabajo ser gastalón -pero eso tiene que ver con mis esquemas de carencia de los que no hablaré en este momento-, así que, procuro aplicar un poco de la sabiduría popular del dicho:
«Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre»
Tengo la sensación de que la naturaleza también nos puede dar una orientadita, por ejemplo: parecería imposible estar siempre despierto o parecería inimaginable estar siempre dormido -bueno, quizá algunos de ustedes conozcan excepciones como la del delfín-; el día, tarde o temprano, se vuelve noche; yo no sabría qué hacer si este mundo estuviera poblado únicamente de hombres y, probablemente a las mujeres les sucedería lo mismo si fuesen las únicas en el planeta. Con esas reflexiones es que considero que no todo puede ser ahorro, pero tampoco todo puede ser gasto. Creo que el ahorrar demasiado o el gastarlo todo son conductas aprendidas. De pronto, un balance entre las dos parecería algo más natural. ¿O no?
En muchas ocasiones he pensado que la cultura del ahorro se vislumbra como algo ajeno a nosotros los mexicanos, sin embargo, hace algunos días, en la mañana, una imagen muy peculiar me hizo ver que en realidad el ahorro sí es parte de la cultura mexicana. Aquí abajo el relato:
Circulaba sobre Marina Nacional y me dirigía al maravilloso curso que tomo los lunes. Un semáforo en rojo detuvo un poco más mi camino -además del tráfico normal de la ciudad- y me percaté que a mi lado izquierdo, en la parada del camión, había una chica esperando el microbus. La peculiaridad de la escena radica en que ella estaba de pie, sotenía un espejo en su mano izquierda, en tanto que con la mano derecha mostraba gran maestría para maquillarse. Un instante después, el semáforo tornó a verde y dejé atrás a la señorita. La imagen de aquella persona quedó almacenada en mi mente. Empecé a reflexionar lo que esa imagen representaba:
¡¡¡AHORRO!!! ¡¡¡AHORRO DE TIEMPO!!!
Acto inmediato, comencé a recordar los miles de días que he disfrutado de las bondades del transporte público y traje a mi mente que millones de mujeres aprovechan el tiempo de sus trayectos para resaltar su belleza con ayuda del maquillaje. Pude traer a mi pensamiento imágenes de personas utilizando a su favor los minutos de traslado en el metro, metrobús, tren ligero e incluso en la afamada Ruta 100 para maquillarse.
Antes de llegar a mi destino, una ligera sonrisa se dibujó en mi rostro. Me di cuenta que millones de mujeres ahorran tiempo con esta acción. También me acordé que otros tantos aprovechan esos trayectos para estudiar, escuchar música, leer, ponerse creativos, dibujar y también para aplicar el clásico coyotito. En lo personal, he utilizado varias de estas técnicas de ahorro y siento que utilizo de mejor manera ese cúmulo de segundos que pudieran considerarse como «tiempo muerto«.
El tiempo es nuestro activo más valioso y todas estas imágenes en mi cabeza me acuerdan que hay muchas formas de utilizarlo. ¿Y tú, cómo le sacas provecho a tus tiempos muertos?
Queremos darte la bienvenida a este canal de comunicación. Agradecemos que utilices una porción de tu activo más preciado -tu tiempo- para leer estas líneas. También queremos convertir este espacio en una fuente de consulta en distintos temas de finanzas personales.
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En este espacio, vamos a compartirte información en temas de alto impacto para nuestra sociedad como: ahorro, inversión, retiro, seguridad financiera, planeación patrimonial, entre otros.
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